Wednesday, September 14, 2005

A cada uno en su sitio

Si en un futuro tuviéramos que valorar como fue una época determinada basándonos exclusivamente en cómo se veían a sí mismos sus contemporáneos, la que ahora vivimos sería considerada la mejor de todos los tiempos. Porque desde el contertulio más aburguesado hasta el universitario politizado, pasando por el ciudadano pasivo y el demócrata compulsivo, todos se sienten portadores de los grandes valores del compromiso, la lucha o la tolerancia y, además, con el derecho a hacernos aguantar sus deliciosamente huecos predicamentos fruto de la globalización más panfletaria. Había que poner a cada uno en su sitio...

Friday, July 08, 2005

Los reconoces - Se me secan los mares

¿Qué es eso de SE ME SECAN LOS MARES?
Se me secan los mares son esos requiebros que crecen escondidos en las vetas de las montañas donde sólo algunos pueden llegar. Como cronistas de esta fábula retratamos aquello que vimos sin menospreciar la oportunidad que se nos ofrece a base de insistencia y de apuesta. El efecto es una ristra de letrillas musicadas que intentan reproducir escenarios llenos de avaricias humanas o celestiales, de poetas que exigieron muy poco a la vida y que la vida les volvió la espalda, de chabolas verticales que proliferan a nuestro alrededor como escombros de vertederos, de amores que regatean cariño y que hacen guiños a la ausencia, de perros al sol de las madrugadas existenciales cuando solo quieres llevar tus huesos a la cama tras el último whisky, de accidentes en bolsas de basura intangible al abrigo de Madrid, de la razón que no se reparte, a menos que seas un periódico o que aguantes en la hilera sin oponerte, del barrio de Luter que siempre pensó que era un signo de acentuación y resulta que fue un pintor de corte, y finalmente, de los trompicones que llevamos dados.
SIEMPRE MACARRAS PERO ELEGANTES: LOS RECONOCES

Friday, July 01, 2005

No nos queda nada

Después de darle millones de vueltas a la cabeza, volvemos a la misma situación que antes. Estamos vivos en un mundo de muertos, o muertos en un mundo de vivios. Es indiferente. La bestia retoma oxigéno en el último ataque y nos consigue tumbar. Está vez no hay ni esperanzas, ni héroes, ni poesías de mierda. No nos queda nada.
El fuego lo come todo, la desolación y la ruina se adueña del mundo. No hay ni una oportunidad de salvar algo de lo que teníamos tan escondido, eso que cuesta tanto arrebatar.
La farsa avivó al engaño. La vuelta atrás se queda corta.
Un punto y aparte sería la forma ideal de terminar, ahora ya sólo nos quedan los puntos suspensivos.

Thursday, June 23, 2005

Discos nuevos imprescindibles

Audioslave - Out of exile
System of a down - Mesmerize
Avalanch - El hijo pródigo
The haunted - Revolver
Kreator - Enemy of god
Reincidentes - El comercio del dolor
Skizoo
Stravaganzza - Sentimientos -Segundo Acto-
Ars amandi - Camino al destino

Las tres heridas

Decía Freud que, a lo largo de la historia, la humanidad había sufrido tres grandes «heridas narcisistas», es decir, tres golpes de gracia en su orgullo colectivo como especie.

La primera fue la revolución copernicana: no somos el centro del universo, sino los modestos inquilinos de un pequeño planeta que gira alrededor de una estrella periférica de una de las incontables galaxias perdidas en el espacio.
La segunda fue la teoría de la evolución (que, por cierto, hace mucho que dejó de ser una teoría para convertirse en una evidencia irrefutable). La raza humana no es algo aparte, el resultado único e inigualable de un acto de creación especial, sino un eslabón de una cadena evolutiva que nos emparenta con todos los demás seres vivos y nos convierte en primos cercanos de los simios. La tercera gran herida narcisista fue, según Freud, el propio psicoanálisis, o, más exactamente, la constatación de que nuestra conducta viene determinada en gran medida por procesos inconscientes que no sólo no controlamos, sino que ni siquiera conocemos.

Tuesday, February 15, 2005

El cuadrilátero del alma

"Si existe magia en pelear batallas más allá de lo que uno resiste, es la magia de arriesgar todo por un sueño, que nadie más que tú puede ver"
Million dolar baby es un peliculón. Sales del cine con impotencia, rabia y con esa felicidad de haber visto una obra maestra. Una historia simple pero durísima.
El cine no es un mero entretenimiento con esta película, es la vida misma; la lucha contínua por lo que quieres conseguir o la desolación de perderlo todo en un mísero segundo.
En el boxeo, como en la vida, todo funciona al revés. Este aforismo se comprueba en esta película; podemos ganar miles de combates y malgastar todas las oportunidades, para movernos a la izquierda movemos el pie derecho, para alejarnos del dolor damos un paso hacia él...
La historia no es nada del otro mundo, pero la magia con la que Clint Eastwood la hace transcurrir y los actores elegidos, hacen de este film una auténtica bomba de relojería para el cerebro. He vuelto a creer en el buen cine, gracias Clint.

Thursday, February 03, 2005

El último ke zierre - Insurgente

"Nos hacemos mayores con el último ke zierre y evolucionamos con ellos, o mejor dicho, ellos evolucionan con nosotros"; "un disco desde dentro, de esos que pintan ilusiones rotas en el aire. Cristales jodidos... en el descanso del guerrero agotado"
El último ke zierre nos sorprende con otro estupendo disco de punk rock, eso sí, no tan elaborado como el “ay de mí!”, pero con el típico sabor a las canciones más antiguas de este grupo. Si llevas tiempo siguiendo a esta banda, seguro que no te defraudará, rabia y amor por partes iguales y en dosis de guitarras distorsionadas. Igual es cosa mía, pero Roberto cambia de registro en canciones como insurgente y amor de cuarto oscuro, sigo pensando que este cantante transmite muy bien todos los sentimientos y por eso me alegro que intente cosas nuevas. Ya son nueve disco de estudio y uno en directo, amén de un vhs , un dvd y un libro. Insurgente tiene canciones directas como “denuncia (para qué)”, “salvia” y “la de los mánagers” llenas de fuerza y otras más reflexivas como “en mi cabeza”, “mi revolución” y “versos en el agua”. Especial mención a la primera colaboración que tienen en un disco, el señor Evaristo nos sorprende otra vez con su ironía mordaz y sus ganas de tocar las pelotas en “hijos de la grandísima perra”. Un disco distinto pero no muy alejado a lo que vienen haciendo todos estos años.
"Busqué mi revolución... y probé mi destrucción"

Tuesday, January 18, 2005

Pollo que no cacarea gatillazo que resuena

“Una vez más, los sátiros caminan alegremente hacia el infierno“Nunca quisimos hacerlo, pero las circunstancias nos obligaron. La necesidad se confabuló con la ocasión y caímos en la trampa sin remordimientos. Podríamos haberlo evitado, pero también podríamos morirnos de hambre.Así que una vez más recorreremos la azarosa senda de los titiriteros junto a personas que de esta manera podrán ver nuestros vistosos carromatos, nuestros extravagantes ropajes y oír nuestras irreverentes canciones y sacar de ello sus propias conclusiones. Para bien o para mal aquí están GATILLAZO.No esperéis nada nuevo, ni nada innovador, tal y como está el mundo no estamos para experimentos.Seguimos con la misma mala hostia y ganas de revolver, el enemigo es el de siempre.Pollo que no cacarea Gatillazo que resuena...Un nuevo partido, un montón de lesionados, el árbitro siempre en contra, una afición temible y un equipo con resaca...!!Tripi -Batería-, Txiki y Osoron -Guitarras-, Xabi -Bajo- y Evaristo -Voz-¡¡ El estadio será una caldera ¡¡

Sunday, January 16, 2005

La muerte de la realidad

El deterioro comienza con la destrucción del sentido de las palabras, cuando ni siquiera nos ponemos de acuerdo sobre su significado o llegamos a la convicción de que, porque todos tienen intereses, todos mienten. Así corremos el riesgo de volvernos tan cínicos como los que dictan lo que es: los que sin haber leído a Lewis Carroll saben que lo importante no es lo que las palabras quieren decir, sino quien manda. Menos mal que desde esa orilla africana de la realidad, tan cruda, evitas por lo menos que todo se reduzca a olvido y mentira. Porque en la construcción de la realidad –las omisiones y tergiversaciones de quienes deciden qué vale la pena contar– muchos medios se dedican con frecuencia más a fabricar realidad que a reflejarla. Tal vez porque saben y sospechan que si contaran lo que ocurre y por qué, buena parte del tinglado del que forman parte se vendría abajo. Al mismo tiempo, triunfa la sospecha de que es imposible hacer acopio de hechos ciertos y relevantes para construir la casa de lo que es. Creo que los que trabajamos en contar lo que ocurre hemos contribuido a ese relativismo tan ponzoñoso como contemporáneo, fruto no pocas veces de la pereza y de la cobardía. Si admiro a la buena prensa estadounidense –la que comprueba minuciosamente cada dato y declaración–, es por su respeto por los hechos y su implacable separación de las opiniones. Lo terrible es que, a pesar de ese escrutinio, del espanto de la realidad, la mayoría ha preferido a quien la niega con toda desfachatez. Y a pesar de todo, sigo confiando en que la verdad y el conocimiento nos harán más libres, más conscientes de nuestra historia, de que es preciso negarse a aceptar la falacia de que no hay nada que hacer, de que la historia ya está escrita en el gran teatro de Oklahoma y pistas adyacentes. Conozco el hospital de los hermanos de San Juan de Dios de Monrovia, del que me hablabas el 18 de noviembre: una isla en medio del fango. Por lo que me cuentas, veo que sigue resistiendo los vendavales de hierro y fuego, vendavales que los hombres desencadenan en Liberia, uno de los nombres más hermosos del nomenclátor político internacional para uno de los lugares más tristes de la Tierra. Pero no conozco N’Zérékoré ni Kolouma ni Boffosou, ni Boauké. No llegaré por una de esas carreteras de tierra roja y embarrada a echarte una mano, a tiempo para ayudarte a acarrear los heridos del último accidente, a paliar las últimas derrotas. Por el contrario, eres tú quien me ayudas a convencerme en Nueva York de que es justo en medio de tanta desolación donde la realidad menos ha muerto, y que estamos muy equivocados aquí, donde tanto nos gusta creernos a salvo mientras entretenemos el descenso acelerado por el tobogán que nos lleva al crematorio de una obra sin sentido