Sunday, August 13, 2006

Capítulo IV

Que los menguados que hablan de la gloria de la guerra y las batallas deberían recordar las palabras del marqués de Pescara: «Que Dios me dé cien años de guerra y no un día de batalla», o darse paseos como el que yo me di aquella mañana para conocer la verdadera trastienda, la tramoya del espectáculo de las banderas, las trompetas, y los discursos inventados por bellacos y valentones de retaguardia; esos que salen de perfil en las monedas y en las estatuas sin haber oído jamás zumbar una bala, ni visto morir a los camaradas, ni mancharon nunca sus manos con sangre de un enemigo, ni corrieron nunca peligro de que les volaran los aparejos de un escopetazo en las ingles.