Siempre he dicho que este grupo tenía que ir a más, y efectivamente, este humo de contrabando es un disco perfecto, redondo. Es cierto que la primera escucha se hace un poco extraña, pero no cabe duda de la calidad del plástico a partir de la segunda. El rock urbano y poético que hace el Vito y los suyos es metafórico, desde los suburbios de los sentimientos, desde la reflexión y lanzado a partir de versos que calan los huesos. Personalmente me quedo con tres canciones como tres templos: humo de contrabando nos lleva a la meditación hacia uno mismo, amén de darnos esperanza en un mundo destrozado “llenar un vaso con libertad y echarnos unos tragos”. Llamando a mi bruja es otro medio tiempo que nos incita a darnos un paseo por nuestras penas para llegar a ser un poco más humanos, tarea difícil en este nuestro mundo. La última joya del disco es a merced de las olas, otra canción que empieza lenta y logra estallar tremendamente en el cerebro. El rock de Sinkope lanza humildad, emociones, esperanza y amores imposibles por los cuatro costados. Además de recordarnos los brutales atentados del 11-M en “Charcos de quejios en el suelo”. Una auténtica joya para oídos inconformistas.
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