Tuesday, December 30, 2008

El hombre que sólo veía oscuridad



[...] En otras palabras, como la de Donne, la vida de Rose Hawthorne era una historia de conversión, y en eso debió de consistir la atracción, la chispa que despertó el interés de Miriam. El motivo de ese afán es otra cuestión, pero creo que procede directamente de su madre: la convicción fundamental de que la gente es capaz de cambiar. Ésa es influencia de Sonia, no mía, y Miriam probablemente sea más humana por eso, pero aunque mi hija es una persona extraordinaria, hay en ella algo ingenuo y frágil, y ojalá aprenda que los despreciables actos que los seres humanos cometen en perjuicio mutuo no son simples aberracionoes, sino parte esencial de lo que somos. Así sufrirá menos. El mundo no se le caería encima cada vez que le ocurre algo malo, y no se dormiría llorando todas las noches [...]

[...] Si el sur quiere separase del país, decía, pues que se vayan y adiós muy buenas. El extraño, el maltrecho, el pregrino mundo que sigue girando mientras la guerra estalla a nuestro alrededor: los brazos arrancados a machetazos en África, las decapitaciones en Irak, y esa otra contienda que se libra en mi cabeza, un conflicto imaginario en terriotrio nacional, Norteamérica resquebrajándose, el noble experimento definitamente acabado [...]

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