Wednesday, February 04, 2009

Cuando todo termina a dos metros bajo tierra


Todos los finales son tristes. Aunque es cierto, que algunos más que otros.
Hoy he acabado de ver el último capítulo de la serie de la HBO “A dos metros bajo tierra” y me ha dejado un regusto agridulce. No porque la serie fuese mala (de hecho es una de las mejores series que he visto), sino porque los últimos diez minutos del último capítulo, Alan Ball consigue realizar una combinación magistral de dos emociones humanas completamente enfrentadas. Consigue enternecernos, y al segundo siguiente ponernos el corazón por los suelos.

En contra del trabajo de los hermanos Fisher, el director de a dos metros bajo tierra no maquilla la forma de ver la vida. Nos la muestra con sus paradojas, sus inclemencias, sus sorpresas y por último con su inherente final, la muerte. Esa muerte que inevitablemente llega, o que va llegando con cada despedida (Claire), traición (Federico Díaz), soledad (Ruth), traumas (David) e insatisfacciones (Nate). Con cada capítulo, con cada temporada, vamos tomando conciencia que todo llega, que todo es efímero, pero que siempre tiene un nexo de unión con algo nuevo, con una esperanza. A dos metros bajo tierra es nuestra vida, eso es lo que la hace grande.

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