La sensación que tengo después de darle unas cuantas escuchas al último disco de Fito (Antes de que cuente diez, 2009) es la misma opinión que mantengo desde que escuché su primer disco: de cada cedé sólo se salvan tres canciones. El caso es que este disco sale perdiendo porque sólo salen indemnes de la quema las dos primeras, el resto del redondo es prescindible, reiterativo (comparando la carrera de Fito) y hasta cargante (la grandísima fórmula del medio tiempo).
No me queda duda de que Fito es uno de los mejores letristas del ¿rock? Español (por lo menos sí con Platero y con permiso del grandísimo Luter, a mil kilometros de Cabrales), pero es necesario un cambio de esquema, de fórmula o como quieran llamarle.
Estamos actualmente en una fase de estancamiento de los cantautores; el que no se repite hasta el infinito (compositivamente y letrísticamente), no deja de sacar Lp´s de conciertos y refritos varios. Entonces, ¿por qué siguen teniendo tanta acogida?, sencillamente porque hablan de las relaciones interpersonales de forma tan abstracta y a su vez general que tocan la fibra del público, o por el contario no sabes exactamente qué quieren comunicar (oooohhhh si parece que habla de mis sentimientos hacia fulanito/a).
Tampoco creo que me tenga que extender más comentando un disco que ni me va ni me viene, así que ya saben, antes de que contemos diez, el disco de Fito habrá terminado (no en la radio y en los múltiples bares sonando junto con Shakira). Una pena.
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