Friday, September 14, 2012

Breaking Bad: Yo soy el que llama a la puerta




Walter White (WW) es un hombre casado, tiene un hijo adolescente con discapacidad y trabaja en un instituto como químico. Como su sueldo no da para mucho, también tiene un empleo a media jornada en un lavadero de coches.  WW es un hombre acopado, pusilánime, tímido, fagocitado por una sociedad siempre superior a sus anhelos. Todo ello se ve acuciado por el diagnóstico de cáncer de pulmón y el dilema de someterse a una costosa operación con unos márgenes no muy grandes de recuperación.

¿Qué harían en su situación? Pues lo que se resulta evidente: buscar un acólito drogadicto y sin capacidad de planificación, comprar una auto-caravana y fabricar metanfetamina. A priori parece sencillo, pero WW tiene que ir ingeniándosela para conseguir el material para poder fabricarla (robar probetas, máscaras, trajes de su laboratorio; sustraer metilamina de una fábrica…). Esto de por sí ya empieza a complicarse, pues si queremos todavía más acción sumaremos a la ecuación el papel de su cuñado, policía de la DEA (departamento antinarcóticos) que siempre estará a la acecho después de descubrir el producto que lanza al mercado WW, que como no podía ser de otra manera, es el más puro que jamás se haya fabricado.





A lo largo de estas 5 temporadas, WW y su compañero (Jesse Pinkman) dirimirán conflictos, tomarán cervezas, charlarán, tendrán debates morales, se las verán con el cárter mejicano, pero sobre todo, harán “meta”. Como en toda empresa tendrán que ir escalando a través del difícil mercado de la droga sintética, desde los camellos hasta los hombres que sólo ven dinero en sus cuentas bancarias. 

A medio camino entre Los Soprano (1999) y The Wire (2002), Breaking Bad navega de forma firme sobre el drama asfixiante en ocasiones cómico.



Siguiendo al psicoterapeuta austriaco Alfred Adler (1870-1937), WW (AKA: Heisenberg) buscará la forma asimétrica de compensar sus complejos derivando en una conducta amoral pero manteniendo su rol familiar-social, como en otras series han hecho Dexter (2006) o Tony Soprano. Esta dualidad hace que el espectador se sitúe entre el amor y el odio hacia las dos partes del mismo ego, y permita salvar la típica imagen maniquea de múltiples personajes de series conocidas.





Los diálogos, la perfecta ejecución de los secundarios - mención especial para Gus Fring y Mike Ehrmantraut -, una fabulosa banda sonora, y la inconmensurable figura de Heisenberg hace de Breaking Bad una de las series que de seguro estarán en tu top 5. 

El final de la serie se prevé para el 2013, así que no duden en poner en su reproductor esta serie extremadamente volátil.


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