Sunday, August 17, 2008

Instrucción para salvar el mundo


Vio cómo se extendían ante su agresor dos futuros completos y coherentes, y cómo el chico escogía, cómo se decantaba por uno de ellos. Todos llevamos dentro una sombra de atrocidad y un anhelo de belleza, y algunas personas caminan por el borde mismo del despeñadero sin saber a qué lado acabarán cayendo.


Los actos humanos tienen una repercusión en el mundo físico, en la realidad del planeta y del resto de los seres vivos; según él, todos nuestros actos, absolutamente todos, tiene consecuencias. Decía que los seres vivios conformaban una unidad energética; que, de algún modo, todas las criaturas estábamos intercomunicadas, desde la mosca del vinagre al Papa de Roma, y que, dependiendo de lo que hiciéramos, contribuíamos a ordenar la materia y crear armonía, o bien a desrodenarla y a desatar atronadores procesos de inestabilidad y futuros caóticos. Y precisamente los actos que ordenaban la materia era aquellos que tendemos a considerar "buenos" desde el principio de los tiempos, mientras que los que la desorganizaban eran los que generalmente calificamos como "malos".

Todo lo que hacemos repercute en los demás. Si cometemos actos malignos, malignizamos el mundo, Y si hacemos algo bueno, contribuimos a mejorarlo y a redimirlo, aunque el acto bueno que hayamos ejecutado en completa soledad y aparentemente carezca de consecuencias. Los hechos pasan y dejan huella por sí mismos, y cada individuo influye en la totalidad como si nos relacionáramos a través de un sistema de vasos comunicantes. (Dios decía a Abraham cuando decició calcinar Sodoma " encuentra a diez hombres justos y no destruiré la ciudad", pero Abraham no fue capaz de encontrar sus diez hombres justos. Sus diez hombres buenos. Sólo había uno, Lot, y no fue suficiente para Dios. No fue suficiente para compensar la maldad del mundo. Pero si hubiera habido diez hombres justos, diez actos buenos, la ciudad se hubiera salvado.)

Los humanos llevamos todas las posibilidades del ser en nuestro interior; el individuo más santo puede cometer repentimanete cualquier atrocidad, y el malvado más cruel e irredento puede actuar en un instante determinado con total generosidad e incluso con heroísmo.

RM

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