Friday, February 22, 2013

Nuestro espejo negro del alma


La trilogía novelada distópica por excelencia - 1984, Un mundo feliz y Fahrenheit 451 -  ya tiene continuación en el nivel visual: Black Mirror.



El espejo negro nos muestra todos nuestros miedos futuristas asociados a las nuevas tecnologías, nos martillea nuestras conciencias hasta ponerla en un punto asfixiante e incómodo. Cada capítulo de esta miniserie - actualmente en la segunda temporada - pone al espectador en una encrucijada presente-futuro difícil de dirimir ¿podría llegar a pasar lo que nos plantea Brooker?

En el primer capítulo "el himno nacional" se nos muestra las elecciones tomadas ante dos alternativas incompatibles y sin posibilidad de salir airoso de ninguna de ellas. El sacrificio por la salvación ajena versus la hipótesis de la tercera persona de Davison queda patente en esta particular Espada de Damocles.

15 millones de méritos ha bebido mucho de Orwell y su gran hermano. Programas televisivos de gran audiencia que traspasan la ficción y convierten al participante en un fin en sí mismo. Se me viene a la cabeza la gran película el show de Truman como el paradigma de este corolario.

Mi favorita de esta primera temporada, tu historia completa, aborda uno de los temas médicos que más preocupa a la población en general: la pérdida de la memoria. Si bien el film Olvídate de mí de Michel Gondry se alimenta de la eliminación de contenidos mnésicos selectivos, en este capítulo de Black Mirror, a modo de memoria fiel, el chip implantado permite el registro de todo lo vivido de forma objetiva. Estaríamos hablando de la muerte del olvido. La memoria, como una estructura neurofisiológica, es imperfecta; reconstruye, interfiere, confabula, olvida y decae. La simple reviviscencia de lo ocurrido nos estancaría en el pasado de forma perenne, no podríamos  avanzar: la cárcel de los recuerdos.



La segunda temporada arranca muy fuerte: Be right back se adentra en el mundo de la novela de Saramago "el hombre duplicado" y en el problema de esta postmodernidad para gestionar nuestras emociones en lo referente al duelo por lo perdido. La tecnología nos posibilita una amplia sedación, a modo de fármaco, de nuestras conciencias, nos da lo que queremos - o queremos creer - en cada momento. Una bonita paradoja : parchear los agujeros de las tuberías por donde se escapa el agua pero sin saber de dónde proviene la fuga.

Y llegamos al capítulo más desconcertante de todos: White Bear. Aquí se sigue abordando la telerrealidad, pero esta vez como forma de subsanar la injusticia. ¿Comparaciones con de buena ley emitido en telecinco? A modo de parque jurásico penal, las personas dejan de serlo de forma inherente para convertirse en meros espectáculos andantes. El sufrimiento, los psicofármacos, la indiferencia ajena y la telerrealidad toman forma para sumergirnos en un mundo amoral, donde el espectador aplaude, grita, pero no puede apagar la televisión porque forma parte de su vida.





Final 2 temporada: el  momento de Waldo: ¿os acordáis de la estrategia de Gabbo en el capítulo de los Simpson? Pues en esta season finale de la segunda temporada de black mirror, Brooker y su equipo dan un paso más allá presentándonos a Waldo, un muñeco azul sarcástico y políticamente incorrecto, que se presenta a las elecciones británicas. 

Los políticos y sus campañas son productos de consumo de usar y tirar. Sólo importa el voto. Si el armazón para conseguirlo está constituido de forma eficaz nos da igual los valores, intereses y sentimientos que subyacen al producto (Waldo). 




Quizás este episodio sea el más flojo de los emitidos hasta el momento, pero ¿qué quieren que les diga?  Black Mirror es una serie para disfrutarla, paladearla y debatirla. Da igual que el tema haya sido tratado o visto en otras series, nos interesa el poso que queda después de verla: la fuerza de luchar para no ser convertidos en lo que Black Mirror nos relata. Quizás, ¿para volver hacia atrás?...






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